Desde su fundación el Partido Libertad y Refundación se ha caracterizado por el control férreo que ha tenido el ex Presidente Manuel Zelaya, en el reciente pasado «Mel» de manera personal se ha encargado de desterrar sus detractores a lo interno de este instituto político, no existe disidencia alguna que valga, nadie piensa, nadie razona, las ordenes no se discuten el libre, solo se cumplen.
Ante este escenario es imposible pensar que luego de suscribir un acuerdo firmado con Salvador Nasralla, Manuel Zelaya y Xiomara Castro argumenten que no tienen control de una veintena de diputados electos, que son traidores, disidentes, nadie cuerdo puede creer semejante rebelión.
El fondo de este asunto es claro, no cumplir su palabra firmada en papel con Salvador Nasralla, otra vez lo traicionan a quien este ocasión de manera desinteresada cedió su candidatura presidencial a cambio de tener la prerrogativa de nombrar al Presidente del legislativo.
Honduras no supera su crisis política, todo lo contrario la criminalidad organizada, que abarca a las tres fuerzas políticas ha dado un golpe de autoridad al poner al descubierto la patraña para que un peón del sistema como Jorge Calix asuma la titularidad del Congreso.
