En los últimos años los escándalos de corrupción han sido parte de la vida cotidiana de los hondureños, día a día surgen nuevos elementos que miden los niveles de irregularidades que se dan en el país, porque ya se supone que es insoportable para esta sociedad.
En Honduras han ocurrido escándalos específicos que tienen nombre y apellido y hasta bandera partidaria, para el caso el desfalco al Seguro Social, que según la básica información se robaron mas de siete mil millones de lempiras, se supo que mucho de esos recursos fueron utilizados para financiar campañas políticas, hasta la fecha solo el director y su circulo confianza son los que han pagado por este delito.
Recientemente otro escándalo que se dio en medio de la pandemia de coronavirus, fue la de los hospitales móviles, mas de mil millones de lempiras se invirtió en la compra de hospitales móviles, que al final fueron una de las estafas mas grandes de la historia de este país, hasta el momento solo una persona enfrenta la justicia por dicho desfalco.
Y así se pueden enumerar uno y mil caso de corrupción en los últimos 20 años de supuesta vida institucional en el país, es importante destacar que estos actos de corrupción están en la impunidad porque no existe estado de derecho en Honduras, es decir las instituciones llamadas a perseguir estos delitos esta coludidos con la clase política para no castigar a nadie por actos de corrupción.
Ante este panorama la responsabilidad de hacer justicia pasa por el nivel de conciencia que pueda tener una sociedad, surge una gran pregunta ¿son los suficientemente capaz los hondureños de castigar la corrupción en la urnas? las evidencias muestran que no, lamentablemente para el país, los ciudadanos anteponen otras cosas, en lo que menos piensan es en castigar a los corruptos que figuran en un papeleta, todo lo contrario pareciera que hasta los admiran, los idolatran y en lo menos que razonan es en el daño que estas personas le han provocado al país.
Hace falta mucho para que en Honduras se tenga un prototipo de ciudadano consciente, que tenga la mínima capacidad de castigar a los políticos corruptos que le causan daño a la nación.