La alternancia política ha beneficiado principalmente a los periodistas de dos países de América. En el sur, la salida del expresidente de Brasil (92º) Jair Bolsonaro, que atacó sistemáticamente a periodistas y medios durante todo su mandato, ha reavivado las esperanzas de que se normalicen las relaciones entre el Estado y la prensa. El país avanza 18 puestos en la Clasificación, un récord dentro del continente. En el norte, en Estados Unidos (45º; -3), la Administración Biden también muestra una actitud mucho más favorable hacia la prensa que el gobierno anterior. Sin embargo, las persistentes dificultades económicas de los medios, el asesinato de dos periodistas (Jeff German, en 2022, y Dylan Lyons, en 2023), el cese de los esfuerzos para defender la libertad de prensa en el plano legislativo (PRESS Act), y los insistentes ataques del expresidente Donald Trump a los medios de comunicación, explican el ligero descenso del país en la edición 2023.
En el resto del continente, la polarización y la inestabilidad institucional que afectan a varios países de la región fomentan la hostilidad y los recelos hacia los medios. En Perú (110º; -33), los sucesivos cambios políticos de los últimos seis años han alimentado la desconfianza de la sociedad hacia las instituciones, pero también hacia la prensa. En Haití (99º; -29), la inestabilidad política, agravada desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, ha desembocado en una crisis de seguridad y convertido al país en uno de los más peligrosos de la región para los periodistas. En Ecuador (80º; -12), la desestabilización del país por la creciente influencia de organizaciones criminales también ha provocado un deterioro significativo de las condiciones de trabajo de los periodistas. En México (128º; -1), la violencia extrema de los cárteles y su frecuente connivencia con las autoridades locales siguen destruyendo paulatinamente el periodismo.
Desinformación y violencia en Internet
En los países donde el panorama político es menos inestable, la situación también ha empeorado. El uso de la desinformación y la propaganda, casi siempre ligado a la violencia en las redes contra periodistas y medios, se está normalizando y es ya un elemento en toda regla de la estrategia de los líderes políticos, que refuerzan así su control sobre el discurso público. Tradicionalmente bien situados en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, Costa Rica (23º; -15), Uruguay (52º; -8) y Argentina (40º; -11) sufren el impacto de esta tendencia en el periodismo. Canadá (15º; +4) y Guyana (60º; -26) también han experimentado un aumento del acoso en línea, especialmente hacia las mujeres periodistas.
En los países peor clasificados, gobiernos autoritarios utilizan el pretexto de asuntos como la polarización, la estabilidad y la seguridad nacional para justificar todo tipo de abusos contra la prensa. En Nicaragua (158º; +2), los periodistas independientes se ven obligados a trabajar en la clandestinidad o en el exilio. En Cuba (172º; +1), el nuevo Código Penal permite al gobierno seguir intimidando y persiguiendo legalmente a los periodistas críticos con el régimen.