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Robert Prevost fue elegido como nuevo Papa de la Iglesia Católica y tomó el nombre de León XIV

Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el papa recién electo ofreció dar continuidad al legado de Francisco. Ataviado con la muceta roja papal, saludó en español, oró a la Virgen María y concedió la bendición Urbi et Orbi a los presentes en la Ciudad del Vaticano y al mundo

El Vaticano anunció este jueves que Robert Francis Prevost fue elegido como el nuevo Papa de la Iglesia Católica y tomó el nombre de León XIV. La noticia generó un estallido de júbilo entre los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, quienes aguardaban conocer al sucesor del pontífice argentino Jorge Bergoglio.

En su primera aparición desde el Balcón de la Logia de las Bendiciones, el nuevo pontífice recuperó los ornamentos clásicos que Bergoglio había dejado de lado. En una ceremonia cargada de significado, habló de paz, unidad y de los pobres, renovando el vínculo histórico de la Iglesia con su legado más solemne

La Plaza San Pedro tembló otra vez, pero no solo por el estruendo de la multitud, sino por algo más antiguo y más sutil: la liturgia. A las seis de la tarde, cuando el cardenal protodiácono entonó el “Habemus Papam” y el nombre Robertus Franciscus se deslizó por los altavoces, el mundo no solo recibió un nuevo pontífice. Asistió, también, a un cambio de atmósfera, de lenguaje visual, de teología encarnada en tela, oro y rito.

No fue necesario que hablara. El mensaje estaba ya bordado en su estola, acariciando la sotana blanca con la dignidad de los siglos. Estaba en la muceta roja, ese pequeño manto de armiño que cubre los hombros y que los fotógrafos habían olvidado enfocar durante más de una década. Estaba en el cíngulo doradoque colgaba de su cuello, símbolo ancestral de autoridad y de servicio a la vez.

También llevaba el Anillo del Pescador, un símbolo de su autoridad papal, que completaba su imagen como sucesor de Pedro. El nuevo Papa no llegó como un reformador, sino como un heredero. No rompió la tradición: la convocó.

Y sin embargo, León XIV —porque así ha elegido llamarse Robert Prevost, agustino de alma andina— no pareció arrogante en su ornamento. Se lo vio conmovido, los ojos húmedos, la sonrisa temblorosa. En su primer discurso como Papa, saludó a los fieles con un mensaje de paz:

«Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios» —dijo, con voz clara, mientras la multitud lo escuchaba en silencio—. “La paz sea con ustedes”.

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