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Opinión / El voto no es un cheque en blanco.

Por: Edgardo Rodríguez

Si bien es cierto que la actual mandataria obtuvo un claro triunfo en las elecciones, no menos cierto es que hay un vasto segmento de la población que no voto o que no lo hizo por ella. Por esta razón, es una total manipulación mentirosa la de algunos voceros del gobierno que dicen que todas las ilegalidades y atropellos que ya están cometiendo son por mandato del soberano, no es verdad. De los que acudimos a las urnas, el 49 por ciento, no la votamos y hubo un 39 por ciento que no salió de su casa, por simple matemática, se aprecia que la enorme mayoría del pueblo no la respalda. A lo anterior, hay que sumarle la decepción que ya están expresando los que si apoyaron la planilla triunfadora, a dos semanas del inicio del gobierno dicen estar arrepentidos, esto jamás se había visto.

Por otra parte, los que hoy están emocionados con el poder, no quieren, ver que el voto en el nivel presidencial, de ninguna forma significa, ni implica, que se dio para elegir una Junta Directiva del Congreso Nacional alineada al Ejecutivo, la composición de las bancadas así lo reflejan. En noviembre el pueblo plasmó un mandato diferente para el Poder Legislativo, el mismo expresa una distribución del poder entre las cuatro formaciones políticas más representativas de Honduras, una especie de equilibrio, tan es así, que la diferencia en cantidad de Diputados entre Libre y el Partido Nacional es mínimo, de apenas seis parlamentarios. Los que afirman que el mandato dado en las urnas fue para quedarse con todo el poder mienten, manipulan y se burlan del mensaje claro de la ciudadanía.

Otro mensaje claro que dejaron los votantes es que querían un cambio en el combate a la corrupción e impunidad, pero no, para cometer el abuso de una Ley que perdona hasta delitos comunes o lo que se ha dado en llamar “nuevo pacto de impunidad”. La correcta interpretación del mandato en las urnas implica un cambio positivo en la forma de gobernar, respetar la leyes e instituciones, combate a la corrupción pública, pero no, para llevarse de encuentro la Ley, las instituciones y los correctos y democráticos procedimientos.

El voto para la presidenta no fue para que repartiera los puestos claves de la administración entre su cercano circulo familiar, esto ha sido mal visto y rechazado hasta por los mismos militantes de su formación política. El voto ofrecido al Partido Libre por la ciudadanía, no fue para que una minoría de Diputados se arrogue la representación del Congreso, tampoco para usar la fuerza bruta para tomarse sus instalaciones y elegir el Procurador General sin cumplir los requisitos, ni procedimientos de Ley, no fue para eso que los hondureños votaron por ella.

Apenas dos semanas de iniciado el gobierno no se puede echar la culpa de los lamentables sucesos a nadie más que al partido en control del poder público. Es ridículo señalar a Liberales o Nacionalistas de complotar contra la nueva administración, a ojos vista se aprecia quien está anarquizando al país, con fines insospechados. Están a tiempo de rectificar, deben darse cuenta que esta situación está provocando un rapidísimo desgaste de la presidenta, empíricamente se aprecia una deslegitimación de su triunfo, ya hay decepción de algunos de sus parciales y crece la incertidumbre ciudadana de lo que puede llegar a acontecer en las próximas semanas o meses en el país.

Basta de utilizar como justificación de las malas acciones o decisiones que está tomando el nuevo gobierno en base a las cosas malas que hizo el pasado régimen, el mandato de los electores fue que querían que se enderezara el rumbo del país, hacer mejor las cosas, no peor. No se equivoquen, el voto no es un cheque en blanco, si se sigue por la actual ruta de tergiversar la voluntad popular, de estirar el mandato a límites más allá de la ley y del juego democrático, más temprano que tarde, habrá una reacción de ese alto porcentaje de ciudadanos que no apoyan a la señora.

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