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¿Porque los hondureños prefieren a los corruptos?

Parece imposible pensar que una sociedad se incline por practicas inapropiadas, ilegales, corruptas, pero cuando toca analizar lo pasa en un país como Honduras, es evidente lo que pasa y por qué pasa.

Comencemos por factores básicos como la familia, la educación, el trabajo, la visión que puede desarrollar un hondureño, profundizando nos encontramos con que existe un alto porcentaje de familias desintegradas por una razón cultural, generalmente los hombre en este país no se hacen responsables de mantener y formar a sus hijos, estos pequeños se ven expuestos a muchas cosas.

No podemos pasar en este análisis de la desintegración familiar a otro punto porque sin duda este se convierte en un elemento determinante de fracaso social, porque si existe un abandono paternal debería inmediatamente entrar en escena la protección social del estado.

Al no existir una política estatal de protección social para menores son muchas las generaciones que se han perdido en este país, de miles y miles de pequeños desamparados un pequeño porcentaje logra llegar a la escuela publica donde también tiene que sufrir abandono estatal, recibe clases en el suelo, sin desayunar y seguro sin tener certeza de almorzar y cenar en su humilde casa.

La calidad de esta educación no le basta para ser competitivo, ya estas generaciones son víctimas de un perverso plan que va orientado a matar la educación publica y potenciar la privada creando una nueva necesidad que es la de pagar por este servicio.

Sin esperanza, sin posibilidad alguna de salir adelante muchas generaciones se ven obligadas a ser reclutados por células criminales o en su defecto por otras células criminales ligadas a los partidos tradicionales que ven en ellos potenciales masas que pueden controlar a su antojo.

Y eso ocurre desde aquel entonces, el tradicionalismo político ha prefabricado una sociedad que ve con buenos ojos a quien se roba millones del erario nacional, a quien se roba bienes del estado y les vende la esperanza que va compartir un poquito con la pobreza estructural que existe en barrios y colonias de las principales ciudades.

Hoy por hoy tenemos altos funcionarios que ya no solo están señalados en el país, también el Departamento de Estado de los Estados Unidos ya los menciona en listas como la Engels y en Honduras no pasa nada, no pasa nada porque existe la esperanza por un segmento significativo de la población que estos corruptos sigan en el poder para que la cultura de mendicidad continue.

¿Pero quién levanta la voz para pedir más de este pueblo? muchos lo hacen pero los factores estructurales siguen mas fuertes que nunca, la elección del próximo 28 de noviembre pueda que no ajuste para lograr un cambio puesto que el 60% de la población no le interesa lo que el minúsculo grupo de políticos tradicionales hacen, no intervienen y no tienen intensión de ir a votar.

Todo indica que el verdadero cambio pasa por un nuevo comienzo, de cero, formando con dignidad una nueva generación de hondureños con otros pensamientos, con menos dependencia de la corrupción y que ya no admiren a personajes que le han hecho mucho daño a este país, solo quien entienda estas cosa podrá sacar adelante el barco, de lo contrario es mas fácil encontrarse acomodados a los grupos de poder y no verdaderos patriotas que antepongan sus intereses para priorizar los del pueblo.

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