Las posturas adoptadas por el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Roosvelt Hernández ponen en precario definitivamente la credibilidad que puede tener el pueblo hondureño en sus acciones, particularmente cuando estamos a las puertas de un histórico proceso electoral donde se supone ellos son los garantes de la democracia porque deben garantizar el respeto del voto del pueblo.
Sin embargo escuchar al General Roosvelt involucrarse de forma directa en temas estrictamente de civiles y que forman parte de la agenda de los políticos preocupa y mucho porque supone una enorme duda sobre su imparcialidad al momento de ser garante de la constitución.
Como repercusión miembros de la oposición política tienen lista una moción en el Congreso Nacional para interpelar al jerarca militar por interferir en asuntos políticos, el titular de este poder del estado Luis Redondo mantiene suspendidas las sesiones para evitar que se presente la misma.
Lo más delicado de todo y por lo que deberían estar preocupados a nivel del Estado Mayor Conjunto y mandos intermedios de las FFAA es que el pueblo hondureño pierda la credibilidad que les ha costado recuperar después del golpe de estado de 2009 y no vale la pena perder esa confianza por intereses particulres.